Con un acotado circuito teatral y alentada por el turismo de masas, Mar del Plata comenzó a cimentarse como capital del espectáculo en la década del '50. Entre Shakespeare y el teatro de revistas, la ciudad recibió a figuras consagradas y a otras que comenzaban a serlo.
Al comenzar la década del ‘50, Mar del Plata tenía tres teatros que funcionaban regularmente. Uno fue el Odeón, que con sus 440 butacas reinaba desde 1910 en Entre Ríos casi Rivadavia, donde hoy se encuentra la sala Enrique Carreras. Tras su incendio en el verano de 1955 sólo quedaron el Colón -Hipólito Yrigoyen 1627- con 600 localidades y el Auditorium, que surgió de la transformación de un inmenso “dancing” para abrir sus puertas en 1945, con capacidad para 1.000 personas. La sala, que nació como teatro oficial, dependía en aquel entonces de la Dirección de Propaganda y Cultura de Lotería Nacional.
Otras modalidades
Los tres escenarios recibían a primeras figuras que desarrollaban cortas temporadas, de modo que cada sala ofrecía varios espectáculos en el verano, costumbre que se extendió hasta la década del ’60. Las funciones diarias solían ser dos, resultando comunes las “secciones vermouth” a las 18 o 18.30.
En 1950 los mayores sucesos pasaron por el Odeón con Luisa Vehil (Los Arboles Mueren de Pie) y la famosa compañía de variedades del actor español Pablo Palitos, cuya genética artística trasciende a nuestros días en su hija y su nieta: las actrices Graciela y Manuela Pal.
La compañía de Palitos fue una de las precursoras de las temporadas marplatenses junto a la de Manuel de Sabatini.
Desfile de estrellas
En el verano de 1951 el Auditorium brilló con la famosa cantante española Conchita Piquer y su compañía. Le siguieron Fanny Navarro protagonizando “La fierecilla domada” de Shakespeare; Blanca Podestá con “Israel” y Pierina Dealessi con “La gallina clueca”. Además, el 3 de febrero se presentó el ballet del Teatro Colón.
En el Odeón, Angel Magaña y Eloísa Cañizares pusieron en escena “Gringalet” y por primera vez actuó la famosa compañía de comedias cómicas del actor Enrique Serrano, cuya presencia sería frecuente en futuras temporadas.
Un comienzo accidentado
De manera accidentada, Roberto Airaldi y Aída Luz trajeron al Colón “La Dulce Enemiga”, que venía precedida de 600 representaciones en el Splendid de Buenos Aires. El estreno, previsto para el 23 de enero (antes había actuado la primera actriz española Mercedes Prendes), debió posponerse hasta el 2 de febrero porque el camión que transportaba los decorados volcó y se incendió en la ruta 2.
Mores y Tania
Por aquellos días el Opera de Independencia casi Luro sólo se dedicaba a proyecciones cinematográficas, pero el 24 de febrero habilitó su escenario para la Primera Orquesta de Cámara de Tango de Mariano Mores. La cantante solista fue Tania, quien dos meses antes había perdido a su compañero: Enrique Santos Discépolo.
Membrives, Ortiz, Merello…
En la temporada de 1952 volvió al Auditorium la descollante Lola Membrives, representando “Mater Emperatriz” de Jacinto Benavente. Y el ‘53 comenzó con un duelo de marquesinas entre el Odeón y el Colón. En el primero debutó Tita Merello con “Hombres en mi vida” y en el segundo Mecha Ortiz y Carlos Cores con “El Mal Amor”.
En febrero, Mecha Ortiz volvería a la misma sala con “Un tranvía llamado Deseo” de Tenesse Williams, junto a Fernando Siro, Alberto de Mendoza y Aída Luz, compitiendo con Juan Carlos Thorry y Analía Gadé (pareja en lo artístico y lo sentimental), que representaron “Los maridos de mamá” en el Odeón.
El incendio del Odeón
En la tarde de del 4 de enero de 1955 el mítico Teatro Odeón, donde en 1930 había cantado Gardel, fue destruido por un incendio. Esa noche iba a debutar allí la compañía de Ana María Campoy y José Cibrián con “La vida en un block”.
Utileros y maquinistas estaban haciendo un ensayo de telones y cortinados cuando se desataron las llamas, que resultaron imparables. El vestuario fue salvado y la compañía pudo debutar días después en el teatro Colón.
Ese verano, la actriz Lola Membrives -públicamente identificada con el gobierno peronista- cumpliría su última temporada de esa década en el Auditorium junto al actor Tomás Blanco con “La Cigüeña dijo sí”.
Los tiempos de la “Libertadora”
En el ’56, tras el derrocamiento de Perón, la sala reabrió tardíamente por reformas con la célebre opereta “La Viuda Alegre” a cargo de la Compañía de Comedias dirigida por el brillante y multifacético doctor Enrique Susini.
En lo que restaba de los años ’50 pasarían por ese escenario Alba Mujica, Enrique Fava, Vicente Ariño, Delia Garcés, Imperio Argentina, Campoy-Cibrián y Paulina Singerman.
La década terminaría con una buena noticia para el circuito teatral marplatense. En 1959 apareció por primera vez en la cartelera de espectáculos la sala del Hotel Provincial. Fueron Angel Magaña, Raúl Rossi y Julia Sandoval quienes la inauguraron con “Cada amor tiene lo suyo”.
Adolfo Stray, maestro del teatro de revistas.
Bozán, Stray, Dringue y Tato
El exitoso rubro de la revista porteña se vio reflejado en la cartelera marplatense de los ‘50.
El 3 de enero de 1954 debutó en el Teatro Auditorium, con precios populares, la compañía encabezada por “La Negra” Sofía Bozán (“El Alma del Maipo”) junto a Dringue Farías y las vedettes Alba Solís y Diana Lupe. Los acompañaba un verborrágico humorista de 27 años cuya fama se hallaba en estado embrionario: Tato Bores.
Al año siguiente, el mismo escenario recibía a la Compañía Argentina de Revistas dirigida por Carlos Petit, con el siguiente elenco: Adolfo Stray, Maruja Montes, Alfredo Barbieri, Don Pelele, Beba Bidart y Tato Bores.
Con la “Revolución Libertadora” el teatro de revistas desapareció del Auditorium, pero retornó en 1957 en el Colón con “El Maipo en Mar del Plata”. Dringue Farías y Carlos Castro (“Castrito”) encabezaron la compañía y Ethel Rojo, con sólo 19 años, fue la segunda vedette.
Las luces del Sacoa
Este género ganaría un escenario propio y distintivo el 23 de enero de aquel ‘57 cuando se produjo la apertura del Teatro Sacoa en el subsuelo de la conocida galería céntrica. Quien lo inauguró fue Adolfo Stray junto a Beba Bidart, Tato Bores, la famosa “vedette del follies bergere May Avril” y el juvenil cantante español Pedrito Rico.
El título original de la obra -“Con el loco era otra cosa”- debe haber inspirado variadas interpretaciones en aquel delicado momento histórico, y quizás por eso fue rápidamente cambiado por el lacónico “La revista del Sacoa”.
Alfredo Barbieri, genial en sus caracterizaciones.
“Ruleta presidencial”
El humor político, tan ligado a la revista, dejó referencias históricas en las marquesinas de la época.
“Gran Ruleta presidencial, revista de actualidad” se llamó la obra que allí protagonizaron Dringue Farías y Olinda Bozán en 1958. La alusión es clara: el 23 de febrero se realizaron las elecciones que llevaron a la presidencia a Arturo Frondizi.
En 1959 la misma dupla protagónica debutó con “Atenti flaco…que la inflación es gorda”; en referencia al primer año de gestión de Frondizi. El elenco incluía a una vedette de 25 años llamada a ser famosa: Nélida Lobato.
Los espectáculos revisteriles sobrevivieron en la cartelera local pero con menos esplendor. Los años ’60, que venían para cambiar el mundo, encenderían nuevas luces en la escena marplatense.
El olvidado Teatro París
Hubo en la década del ’50 un teatro de vida efímera que vio pasar figuras importantes. Estaba en San Martín 2254 y originalmente se llamó “Goyescas”.
En la temporada de 1950 interpretó allí sus “Cantares de España” una joven de 19 años llamada Eladia Blázquez. Y junto a ella vino un muchacho de 27 años -Francisco Quiroga Soria- que tocaba la armónica y empezaba a ser conocido como Don Pelele.
En 1957 ese espacio reapareció en las carteleras como “Teatro París” para recibir a José Marrone y a Juanita Martínez con “Se necesita a un hombre con cara de infeliz” y a Juan Carlos Mareco, “Pinocho”, con “Pistolero, seis personajes en uno y no se muere ninguno”. Al año siguiente actuarían la compañía de comedias de Amelia Bence y Adolfo Linvel y la de Pedro López Lagar. Son esas las últimas noticias que tenemos de aquel escenario olvidado.
Estrellas censuradas en
el Holliwood Park
Los cambios políticos de la época, con sus entronizaciones y censuras, tuvieron claro reflejo en el espectáculo. Fue así como dos estrellas aparecieron cantando en un parque de diversiones de Mar del Plata.
El Holliwood Park estuvo presente en todos los veranos marplatenses de la década del ’50. La antigua Estación Sud del Ferrocarril había sido convertida en terminal de ómnibus durante el gobierno de Perón y en ese trance perdió dos manzanas que luego fueron loteadas y vendidas. Durante algunos años ese predio ocioso fue ocupado por el famoso parque y por algunos circos.
El Holliwood Park solía reforzar su oferta con espectáculos gratuitos y fue así como en 1956, Hugo del Carril -intérprete de la marcha “Los Muchachos Peronistas”- vino a actuar con sus cuatro guitarristas. Poco meses antes había salido de la prisión.
En 1957, otra estrella identificada con el peronismo cantó bajo las lamparitas del Holliwood Park: Laura Ana Merello, “Tita”.